PRIMER PAR CRANEAL APÓSTOL SIMÓN PEDRO
El nervio olfatorio es el primero y más corto de los 12 pares craneales. Este nervio es únicamente sensorial, conduciendo impulsos olfatorios de la nariz al sistema nervioso central.
Desde la perspectiva de la biodescodificación, el olfato en los animales es el método de supervivencia número uno, fundamental para poder oler al depredador y también para poder oler al sexo opuesto para la reproducción.
En general, cuando hay una patología a nivel de nariz el resentir tiene que ver con conflictos de sexualidad o conflictos de peligro alrededor (ejemplo :”algo me huele mal”).
Visto desde el pensamiento simbólico, el primer par craneal está conectado al primer apóstol de Jesús, Simón Pedro.
Simón, del griego simos, quiere decir “el que tiene la nariz chata” y Pedro del latín Petrus, piedra (hueso). Génesis 7:22: “Al soplar Dios en la nariz de Adán aliento de vida, le insufló la energía especial que le permitió respirar toda su vida …”, este pasaje alude a la nariz como el lugar donde comienza la vida por lo tanto tiene un matiz de carácter sexual (del latín sexus, del verbo secare: cortar).
Y dijo Jesús:”…Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia” (el fundamento). El cuerpo humano, en general, equivale a la iglesia, La Casa de Dios porque el pensamiento antiguo entendía que el espíritu divino residía en el cuerpo y era el alma quien lo animaba.
La nariz tiene un hueso llamado nasal, en número de dos, corto, compacto, de forma cuadrilátera y tiene otro hueso llamado vómer que constituye la parte posterior e inferior del tabique nasal de aspecto romboidal que representa la “piedra angular”( el fundamento en el que se edifica la “iglesia”, el cuerpo: la respiración, el olfato).
En el oxígeno, símbolo O número atómico 8, está la representación de la figura del Padre, de Dios. Oxígeno, de ὀξύς (oxys) «ácido» y γόνος (gonos) «engendrador».
El cero O, equivale al Todo, todo lo que existe alguna vez ha sido cero, proviene de la nada y el 8 tumbado ∞ simboliza el infinito, la perfección del creador.
René Guénon no duda en asimilar la piedra angular, de carácter fundamental, a la cabeza de Cristo como intermediario entre el cielo con la tierra, entre el hombre y Dios.
Recordamos el carácter orientativo de lo aquí expuesto.
Amaia Arteaga San Román
Experta en Lectura del Lenguaje Simbólico