Bioneuroemoción y el Órgano Sexual Masculino – Las Moiras

ÓRGANO SEXUAL MASCULINO LAS MOIRAS

 

El aparato genital masculino está formado por órganos externos (testículos y pene) y por órganos internos (vesícula seminal, próstata y glándula bulbouretral). Estos últimos son los encargados de fabricar el hilo seminal.

Las vesículas seminales son unas glándulas productoras del 60% del volumen del líquido seminal. La próstata (del griego “parastates” “la que asiste”) es la encargada de aportar el líquido blanquecino en el que están bañados los espermatozoides.

La glándula bulbouretral es la encargada de secretar un líquido alcalino que lubrica y neutraliza la acidez de la uretra antes del paso del semen en la eyaculación.

Detrás de una patología de próstata, la biodescodificación entiende que subyace un conflicto relacionado con la reproducción ya sea por el nacimiento de niños mal formados, abortos clandestinos, muertes, abuelos que no tienen nietos y desean tenerlos para asegurar la continuidad del linaje o conflictos sexuales por sentimiento de castración o basados en deseos o relaciones vividas como fuera de la norma social (por ejemplo hombres mayores con mujeres muy jóvenes).

Desde el punto de vista del pensamiento simbólico y mitológico, el aparato genital masculino está relacionado con la figura de Las Moiras, las tres hilanderas (órganos internos: vesícula seminal, próstata y glándula bulbouretral).

Moiras quiere decir “parte o porción”, en griego antiguo “las repartidoras”, cuyos nombres eran:

Cloto: la que hilaba la hebra de la vida,

Láquesis: “la que echaba la suerte”, medía la longitud del hilo y

Atropo: “la inexorable”, “la que no gira” la que cortaba el hilo de la vida seccionando la hebra.

Las Moiras hilaban hilo blanco (nacimiento) unido a otro dorado (luz vida) y negro (muerte): simbólicamente aspectos comprendidos en el líquido seminal.

Foto 06

La rueca usada por las hilanderas representa la rueda de la vida; las muertes y los nacimientos (conflictos de sucesión).

Las Moiras encarnaban los ciclos, el destino y regían las leyes profundas y misteriosas de la vida motivo por el cual eran temidas, ya que si un individuo intentaba desafiar al destino, padecía la
“hibris”.

Hibris significaba desmesura y por ello quien la padecía era castigado por la falta de dominio de sus impulsos o por sucumbir a pasiones exageradas entendidas como enfermedades por la falta de control, de moderación y sobriedad (conflictos sexuales “fuera de norma”).

Para aquellos que deseen profundizar, recomiendo leer interpretaciones freudianas sobre cuentos infantiles, como “La Bella Durmiente”.

Recordamos el carácter orientativo de lo aquí expuesto.

Amaia Arteaga San Román

Experta en Lectura del Lenguaje Simbólico

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